En el momento de las explosiones, ni Atanasio ni su esposa estuvieron en casa. Sus hijos fueron acogidos y protegidos por los vecinos
«Al llegar a casa, no encontramos a nadie. No sabíamos dónde se encontraban los niños. Intentamos llamar, pero las líneas no pasaban. Estábamos acabados, no sabíamos que pensar».
Me llamo Atanasio Edu Moro. Tengo a mi cargo a 7 hijos. El día de la catástrofe, mi mujer y yo no nos encontrábamos en casa, tuvimos que irnos a una defunción así que los niños se quedaron en casa con una tía. Cuando me enteré de que había habido explosiones cerca de casa perdí el control por un momento, empecé a buscar a mi mujer por todos lados y no la veía, eso que se encontraba conmigo ahí, fue algo muy extraño. luego recapacité y tomamos rumbo a casa para ver cómo se encontraban los niños.
Recuerdo ver durante el trayecto a gente con el rostro triste, dolido… Al llegar a casa, no encontramos a nadie. No sabíamos donde se encontraban los niños. Intentamos llamar, pero las líneas no pasaban. Estábamos acabados, no sabíamos que pensar.
Unas horas después, recibo la llamada de mi vecino diciéndome que no me preocupara, ya que él había cuidado de mi familia en mi ausencia.
No hemos podido recuperar nada de la casa. Todo estaba destruido. Gracias a mi suegra que actualmente vive en Malabo podemos quedarnos en su casa.
Se me dibujó una sonrisa en la cara cuando recibí esa llamada. Con el dinero recibido he comenzado con el reforzamiento de la casa y demás.
A través del registro que estaba llevando a cabo la asociación ASAMA sobre los damnificados fue donde pudieron inscribirnos para recibir la ayuda del programa Cash Transfer. Después de la inscripción pasaron unos días y nos llamaron. Se me dibujó una sonrisa en la cara cuando recibí esa llamada. Con el dinero recibido he comenzado con el reforzamiento de la casa y demás. Mi familia y yo estamos muy agradecidos por esta ayuda. Nuestra esperanza es volver pronto a nuestro hogar.