El programa de transferencia directa permitió a muchas familias reconstruir sus hogares y rehacer en parte lo básico de sus vidas destruidas por las explosiones
«De repente escuchamos un ruido tremendo acompañado de sacudidas. Nos caímos al suelo junto con todo lo que había en la cocina colgado. Todo se derrumbaba. Lo siguiente que recuerdo es buscar a los niños porque todo se nos cayó encima».
Me llamo Astrina Florinda Angono Esono, Tengo 28 años. Vivía en Nkoantoma con mi pareja y nuestros 3 hijos. Mi primogénita tiene 9 años, el segundo 6 y la última 4 añitos. Hemos vivido en ese barrio toda nuestra vida, era nuestra casa, nuestro hogar.
El día de las explosiones, comenzó como un día cualquiera. Nos fuimos a la iglesia. Después de misa, volvimos a casa junto con una hermana de la iglesia y sus hijos. Nosotras, la hermana y yo, nos pusimos a preparar la comida mientras los niños y las niñas jugaban en el salón. De repente escuchamos un ruido tremendo acompañado de sacudidas. Nos caímos al suelo junto con todo lo que había en la cocina colgado. Todo se derrumbaba. Lo siguiente que recuerdo es buscar a los niños porque todo se nos cayó encima. Pensé que solo era nuestra casa a la que le había ocurrido eso. Cuando por fin conseguimos salir de los escombros, me di cuenta de que todas las demás casas también habían pasado por lo mismo.
Mis niños y yo estuvimos heridos igual que la hermana y sus hijos. Me dañé en la pierna y en el brazo- matizaba Astrina. Por suerte, vimos a un taxista y nos llevó al hospital. Después de salir del hospital, un hermano de la iglesia nos acogió en su casa. Estuvimos ahí una semana. Después tuvimos que irnos de ahí porque la casa era muy pequeña para mi familia y la suya. Mi sobrina nos habló de una casa que tenía en construcción. La casa estaba cubierta de hierbas, prácticamente era un bosque. Nos pusimos manos a la obra y comenzamos a limpiarlo con el fin de tener donde vivir.
Para nosotros lo más importante es la vida, aunque lo hayamos perdido todo, lo importante es que estamos vivos
Hoy en día, cuando pienso en lo ocurrido, solo puedo definirlo con una palabra: salvados. Para nosotros lo más importante es la vida, aunque lo hayamos perdido todo, lo importante es que estamos vivos.
Hemos recibido ayuda de diferentes personas, de entre ellas la de UNICEF con el programa cash transfer. La ONG ASAMA contactó con nosotros y nos explicaron cómo sería el proceso. Con lo que recibamos, pensamos reconstruir nuestra casa de nuevo, queremos volver a nuestra casa. Estamos muy agradecidos por estas ayudas.