Doce años de ilusiones perdidos en una jornada y una mano amiga como palanca para levantarse: la historia de Jesús Nguema
09 marzo 2023
Con todo el patio destruido por las cercanas explosiones, Jesús Nguema recibió ayuda de Naciones Unidas para recuperar sus medios de vida y se va recuperando.
La ciudad de Bata es la más poblada de Guinea Ecuatoria, con más de 300.000 habitantes; pero es también la de mayor extensión geográfica (se calcula en un radio de 10 Km), lo que permite que las familias con menos recursos para optar a una vivienda en el centro se vayan asentando en las afueras, donde las reglas de urbanización son todavía menos exigentes. De hecho, Jesús Nguema Nguema, albañil de 53 años fijó su residencia entre los barrios de Mondóng y Nkoantoma, a unos escasos 500 metros del campamento de la gendarmería, que inspiraba cierto sentimiento de seguridad en la vecindad. Pero nunca se imaginó lo que al final les llegó.
“Era un domingo – recuerda con gesto serio- y yo acompañaba a mi mujer porque iba a coger su djangué (especie de cooperativa económica) y esperábamos a sus compañeras allí sentados debajo del árbol. De pronto sentimos un viento violento seguido del ruido de grandes explosiones, que arrancaron de cuajo el techo de nuestro y bar, destrozaron los cristales y todo voló por los aires.”
En un momento de la entrevista, Jesús Nguema se acercó a su esposa, Carmela Nchama, sentada delante de la puerta de la tienda y relató al equipo los retos particulares a los que ella también se había enfrentado: su apoyo en los ingresos de la familia consistía en la realización de viajes arriesgados por tierra para Camerún, donde compraba mercancías que exponía y revendía en la tienda bar. Con las explosiones, toda la mercancía se destruyó y las lluvias de la época se encargaron de destruir lo que sobrevivió de las explosiones.
Un reto para el Equipo de País de las Naciones Unidas
A parte de la pérdida de vidas humanas y heridos, las explosiones del 7M dejaron cerca de 14.000 damnificados; entre ellos: personas mayores, niños y niñas sin hogar, sin centros de salud ni de formación. Naciones Unidas en colaboración con el Gobierno, las asociaciones y ONGs locales y otros socios, con el liderazgo de la Coordinadora Residente, trabajaron un plan de respuesta a la emergencia.
“Vinieron unos chicos que dijeron que eran voluntarios de Naciones Unidas. Me ayudaron a recoger los escombros para amontonarlos donde están. Luego vino un grupo que me preguntó para hablar de la ayuda que ofrecía Naciones Unidas y me apuntaron el nombre.Al principio lo tomé como una broma, pero al final vinieron y me dieron dinero para reconstruir mi hogar y mi bar, que es nuestra vida”, explicó Jesús a los visitantes.
La paulina reconstrucción con el apoyo de Naciones Unidas
Entre los damnificados del 7M se encontraban personas que habían perdido sus hogares y sus medios de vida. Por eso el plan de emergencia priorizó la protección social de los niños y las mujeres, y la reconstrucción de los hogares, para las familias más vulnerables. La familia de Jesús perdió su hogar y su medio de sustento; por eso se benefició de la ayuda económica para la reconstrucción.
“Gracias a este apoyo económico de Naciones Unidas, pude reconstruir todo lo que fue destruido por las explosiones. Los tejados de la casa y el bar, lo que ven, son fruto de la ayuda que recibí de Naciones Unidas. La primera vez en mi vida que yo recibía una ayuda así”, explica Jesús Nguema emocionado.
Como albañil, Nguema ahorró en la mano de obra y esto le permitió levantar otro negocio destruido por las explosiones: un pequeño criadero de cerdos.
“No sé si el bar va a volver a darnos de comer como antes de las explosiones; porque nuestros clientes eran los vecinos que perdieron completamente sus hogares y se marcharon- explica Jesús - por eso decidí continuar también con la cría de cerdos. Hasta ya tenía 15 cabezas y los perdí todos por las explosiones”
Agradecimientos y optimismo hacia el futuro
La familia de Jesús Nguema se enfrenta ahora a la recuperación de la actividad del bar, por cuanto que ahora ni el esposo ni la esposa, tienen empleo. Pero Jesús es muy optimista cara al futuro.
“No es fácil recuperar en uno o dos años lo que se ha trabajado en doce años. Pero nuestro sentimiento hacia Naciones Unidas es de total gratitud, porque gracias a su apoyo económico pudimos reconstruir todo lo que tenemos hoy y vamos sobreviviendo. Compramos el congelador, porque los clientes te piden bebidas frescas y si no, van a otros sitios. Nosotros mismos, para sobrevivir compramos productos congelados y ¿dónde los íbamos a conservar?”, aclaró Jesús.
Como Jesús y su esposa, otras 450 familias se beneficiaron de este apoyo de Naciones Unidas a los damnificados por el 7M. Pero ante la necesidad de seguir apoyando a la población de esta parte continental del país en la lucha contra la pobreza, la recuperación del 7M, y el logro de los ODS, la Coordinadora Residente, Anna Pont, ha invitado a los organismos de las Naciones Unidas a incrementar su presencia en aquellas zonas en las que no solo los damnificados del 7M, sino familias, comunidades y personas en situación de precariedad, puedan beneficiarse de la ayuda de Naciones Unidas de manera sostenida.
Escrito por
Virgilio Ela Motu
OCR
Oficial de Coordinación al Desarrollo,Comunicación y Abogacía de Programas